
Ben se alegró mucho cuando vio que su caballo estaba preñado. Estaba muy emocionado. Significaba que estaba a punto de conseguir otro caballo, uno que podría aumentar su economía si era un "buen" caballo. Llevaba meses esperando este momento. Su caballo estaba a punto de dar a luz. Sin embargo, extrañamente, parecía que la yegua se negaba a dar a luz incluso con un estómago gigante. Esto le llamó la atención a Ben y decidió ir al veterinario para que le hiciera una ecografía. En cuanto el veterinario vio la ecografía, llamó a la policía.
¿Qué ha pasado?

Después de que el veterinario llamara a la policía, le dijeron que irían rápidamente. Un veterinario no era suficiente para ayudar a este caballo. Se trataba de una emergencia. Evidentemente, el estómago de este caballo tenía algún problema y había que operarlo. El caballo podría, incluso, morir.
Cuanto llegó la policía, ayudó al veterinario a sedar al caballo gigante casi sin vida. Sin embargo, la policía le pidió ayuda a Ben, al igual que el veterinario. "Señor, tiene que venir con nosotros. Es importante". Esto dejó a Ben sorprendido y muy confundido. ¿Qué había hecho mal?
El interrogatorio

Las preguntas que respondió Ben giraban en torno a sí mismo y al caballo que poseía desde que era un niño. Cuando terminó de responder todo lo que los policías le preguntaban, un fuerte grito se escuchó en el quirófano, y con mucho asombro el veterinario dijo "No puedo creerlo”
¿Qué encontró exactamente el veterinario en el interior del caballo que le impactó tanto?

Los caballos dan a luz después de 11 o 12 meses. En el caso de la yegua que posee Ben, lleva embarazada casi un año. Ben quería un segundo caballo, ya que le gustan mucho estos animales, y como quería tanto a Felicia, su yegua, intentó asegurarse de que diera a luz a un nuevo caballo. Pero no fue nada fácil.
¿Cómo quedó preñada la yegua?

Para poder preñar legalmente a la yegua de Ben, éste tuvo que encontrar un profesional cualificado. Pero esta tarea le fue difícil, no encontraba a nadie que pudiera hacerlo de forma legal. Ben se preguntó si tenía que aceptar que lo que deseaba no era posible, y que quizás en su lugar debía considerar la posibilidad de comprar un caballo.
Tardó meses en encontrar a la persona adecuada, pero finalmente la encontró. Estaba disponible con poca antelación, así que se plantó delante de la casa de Ben y se aseguró de que Felicia quedara embarazada en pocos días. Ben estaba entusiasmado y no podía esperar a que Felicia diera a luz.
Finalmente, embarazada

A pesar del largo y lento proceso, al final Ben pudo conseguir lo que quería. Llamó al veterinario al cabo de una semana aproximadamente para que le hicieran la primera ecografía para determinar si Felicia estaba embarazada. Tras la ecografía, el veterinario confirmó el embarazo.
Tanto la yegua como su hijo parecían estar bien tras ser examinados por el veterinario. Sin embargo, más adelante en el embarazo las cosas no fueron bien.
Al principio, Felicia no podía dormir tanto como antes, pero, además, Ben ya no podía pasear con ella por sus establos, algo que antes le gustaba hacer. Esta situación lo ponía triste, no podía entender por qué era así.
Los preparativos

Ben había preparado todo para el parto de Felicia con la intención de asegurarse de que todo saliera bien, pero ella se negó a dar a luz. Ben no tuvo otra alternativa que llamar al veterinario, el cual le hizo algunas preguntas que él no esperaba.
El veterinario le preguntó cómo se comportaba Felicia. Ben le respondió que hace un momento estaba inquieta, pero ahora apenas se mueve. A raíz de las respuestas de Ben, el veterinario le explicó que Felicia tenía que estar correctamente tumbada en el suelo. Le dijo que había que estirar a Felicia por completo, ya que podría ser el momento de dar a luz. Sin embargo, hacerlo fue una tarea bastante compleja ya que Felicia tiene mal carácter.
¿Un caballo agresivo?

Ben, desconcertado con la situación, tenía miedo de ser atacado por su propio caballo. Muchos interrogantes se vinieron a su cabeza, ¿Sería Felicia capaz de correrlo? ¿Es buena idea que él haga esto? Posiblemente esa situación saliese mal. Pero… ¿Tenía alguna otra opción?
El veterinario de Ben le dijo que era la única manera de asegurar la supervivencia de su caballo y de su potro. Cuando Ben escuchó eso, se aseguró de acercarse a Felicia con calma para no asustarla, e hizo todo lo que estuvo a su alcance para que las cosas salgan bien.
¿Qué ha pasado?

El veterinario le pidió a Ben que palpara el estómago de Felicia después de haberla estirado con éxito. ¿Quizás había un pequeño bulto durante el embarazo que él no había notado? Cuando Ben examinó la zona, se sorprendió de que lo palpó.
El bulto era algo que nunca había notado. ¿Pero qué significaba? ¿Su caballo estaba bien? Ben preguntó inmediatamente al veterinario de qué se trataba ese hallazgo. Pero la respuesta del veterinario no fue reconfortante.
El tono del veterinario cambió y todo lo que dijo fue: "Tengo que hacer una ecografía, iré enseguida". El veterinario le dijo a Ben que se calmara. Estaría allí en treinta minutos. Sin embargo, el veterinario no tuvo en cuenta algunas complicaciones.
El primer reto

Llegar a la ubicación de Ben fue un gran desafío. Como el veterinario no se dio cuenta de que era hora pico, se quedó atrapado en el tráfico durante mucho más tiempo del que esperaba. Para tener la mejor oportunidad de que Felicia diera a luz a su potro, sabía que tenía que llegar a la yegua lo antes posible.
Cuanto más se estresa Ben, más sugería que uno de sus amigos recogiera al veterinario en moto. Esto le permitiría llegar lo antes posible. El plan era mejor, por lo que volvió a su clínica, y esperó a que uno de los amigos más cercanos de Ben lo recogiera.
Llegada al rancho

Llegaron al campo de Ben a los pocos minutos de recoger al veterinario de su clínica. Felicia no se movía en absoluto, por lo que el veterinario la examinó inmediatamente. En cuanto se acercó a ella, empezó a moverse.
Era necesario sedar a Felicia para asegurarse de que no fuera un peligro para el veterinario o para Ben. Por desgracia, los caballos sedados son muy difíciles de manejar. El veterinario necesitaba toda la ayuda posible.
Con la esperanza de que Felicia se calmara, Ben y su amigo se mantuvieron alejados de ella mientras se volvía más agresiva. Sin embargo, ella no se calmó. ¿Cómo podía resolver esta situación? Sólo había una opción.
¿Arriesgarse?

Los veterinarios podrían utilizar medicamentos más potentes a distancia, pero eso no estaba exento de riesgos. Era posible que Felicia y su potro no sobrevivieron. A Ben le preguntaron qué quería. Había dos opciones. Era muy difícil elegir.
Ben se dio cuenta de que tomar la decisión equivocada podría ser muy perjudicial. Pero, ¿cuál era exactamente la opción equivocada? El veterinario le explicó los riesgos asociados a ambas opciones después de que él las considerara. Tras un largo proceso, decidió con el corazón y no con la cabeza.
Había que sedar a Felicia para que pudiera dar a luz correctamente, así que Ben dio permiso al veterinario para que utilizara fármacos más potentes. Como Felicia se volvía más agresiva, primero tenían que ponerse a salvo.
¿Mereció la pena?

El veterinario indicó a Ben y a su amigo que abandonaran lentamente los establos, pero a Felicia no le hizo ninguna gracia. Ben dudó en dejarla después de que se volviera aún más agresiva que antes. ¿Ha valido la pena?
Además de estar inquieta, Felicia también parecía tener dolor. Sedarla cuanto antes era lo mejor para ella. Se alejó más rápido de lo previsto. Ahora el veterinario podía hacer su trabajo.
Preparó los medicamentos mientras Ben y su amigo estaban fuera, y sedó a Felicia. Tras esperar unos minutos a que se durmiera, empezó el procedimiento de la ecografía. Fue un momento muy estresante ¿Tenía Felicia algún problema?
Otro desafío

Debido a la inquietud de Felicia, realizar la ecografía no fue tan sencillo como parecía. Le pidieron a Ben que le ayudara a estirarla para que estuviera en una buena posición. Sólo así pudo el veterinario realizar la ecografía.
El tono del veterinario cambió durante la ecografía. Poco a poco, su optimismo se convirtió en pesimismo. Ben se dio cuenta, pero no quería distraer al médico haciéndole preguntas. Claro que más tarde, Ben se arrepiente de no haberle preguntado todo aquello que le daba miedo.
El plan

Tras el regreso del veterinario, inmediatamente se le ocurrió un plan. Le aseguró a Ben que sus caballos estaban sanos, pero Felicia necesitaba un tiempo de descanso antes de dar a luz. Ben aceptó y volvió a su rancho con el veterinario. De repente, escuchó un sonido extraño.
Parecía que la policía se acercaba al rancho de Ben. ¿Por qué estaban allí? Al principio, Ben estaba desconcertado, pero luego se dio cuenta de que el veterinario había llamado a la policía. ¿Pero por qué? Inmediatamente el veterinario le explicó la situación a Ben.
El veterinario le dijo a Ben que tenía que hacer una llamada telefónica urgente después de inspeccionar la ecografía durante unos minutos. Sin embargo, Ben no sabía con quién iba a ponerse en contacto. Sus caballos parecían estar bien al principio, pero luego se puso nervioso.
¿Qué deben hacer?

Se determinó que el caballo de Ben necesitaba cirugía. Para sedar adecuadamente a Felicia, el veterinario necesitaba del equipo local de policías, ya que ahora sólo utilizaba un simple sedante.
Ben se calmó inmediatamente tras comprender la situación. En cuanto la policía llegó a su rancho, les dejó hacer su trabajo. Pocos minutos después, uno de los agentes policiales se acercó a Ben y le hizo varias preguntas. Ben sin entender por qué motivo lo apartó para interrogarlo, juntó coraje y fue a responder el interrogatorio. En el camino se preguntaba ¿Porque querrán interrogarme? ¿Habré hecho algo mal?
Interrogando a Ben

Al principio, la policía hizo preguntas sencillas. Durante el interrogatorio, Ben tuvo que confirmar que era realmente la persona entrevistada, así como que los caballos de los establos eran suyos. Sin embargo, las siguientes preguntas eran con más detalles, lo que desconcertó a Ben. ¿Qué sentido tenía preguntar esos detalles?
Una de las cosas que más le sorprendió fue cómo se había quedado preñada su yegua. Ben respondió que se había puesto en contacto con un experto que podía ayudarle. Además, dijo que había investigado los antecedentes del experto para asegurarse de que todo lo que hacía era legal. Pero algo fallaba.
La identificación

Ben, incluso mostró a la policía sus fuentes para asegurarse de que todo lo que hacía era legal. A pesar de que todo era legal, la policía seguía necesitando algo más de información de Ben.
Los posibles delincuentes tenían fotos de fichas policiales diferentes a las del policía. Al ver las fotos, le preguntaron a Ben si reconocía a alguien. El shock fue abrumador. Una cara familiar apareció después de ver muchas fotos. El tipo que contrató estaba entre las fotos que la policía le mostraba. ¡Qué sorpresa! No podía creer nada de lo que estaba pasando.
La sucia verdad

¡Felicia quedó embarazada! ¿Cómo podía ser sospechoso? No hizo nada ilegal, pensaba Ben. Estaba cada vez más preocupado. ¿Qué le había hecho este hombre a su caballo? ¿Tenía algo que ver la incapacidad de Felicia para dar a luz correctamente?
Poco después, la policía le explicó lo que había sucedido. A pesar de ser un experto en caballos, este hombre tenía un historial de actividades médicas delictivas. Ya había sido encontrado por la policía, que alertó a los veterinarios ya que probaba nuevos tratamientos médicos en animales. Entonces, ¿qué le hizo exactamente a Felicia?
Cosas extrañas

En la ecografía de Felicia, el veterinario vio dos cosas extrañas, una de las cuales era un chip médico. Debido a su comunicación, el veterinario supo que tenía que llamar a la policía cuando lo vio. La policía buscaba ese chip, ya que había sido fabricado ilegalmente por el experto que ayudó a Ben.
Durante la operación, la policía ayudó al veterinario a retirar el chip y a rastrearlo hasta el experto. Además de retirar el chip, también ayudaron a dar a luz a un nuevo potrillo, que al final, no era un potrillo normal.
En segundo lugar, el veterinario se dio cuenta de que este potro era un espécimen raro, que podría valer mucho dinero. No podía creer lo que veían sus ojos.
La sorpresa

Nunca había visto un ejemplar así. El veterinario le dijo a Ben que las posibilidades de que esto ocurriera eran de una entre un millón. Aunque Ben podría haber ganado mucho dinero con este caballo, sólo tenía una cosa en mente.
Su nuevo potro, al que llamó Siempre, era su tesoro más preciado. Después de haber pasado por todo esto, sabía que él y este caballo tenían un vínculo especial que duraría toda la vida. Después de todo, la policía pudo encontrar al experto y mandarlo a la cárcel. Por lo tanto, Ben pudo vivir felizmente en su rancho con su amada Felicia y su nuevo potro Siempre.